17 de marzo de 2010

Del terremoto se han escrito muchas cosas

Hago aquí abandono del narrador ambiguo, independiente del autor himself pero que al mismo tiempo se disfraza de su personalidad. Estas palabras soy yo y son una mezcla espanto y conmiseración. Son el dolor silencioso y culpable de una persona que no fue afectada mayormente por el terremoto/maremoto del 27/02/2010. Son un dolor que es repercusión del dolor ajeno, a cuyo soporte han sido condenados cientos de chilenos y que es difícil de jerarquizar, aunque la pérdida de familiares, parejas y amigos es probablemente el más grave. Hay sin duda más llagas: la pérdida del techo digno, de la fuente de trabajo, de alimentos y las cosas que nos mantienen vivos, de las condiciones higiénicas que también nos mantienen vivos; la pérdida de la salud mental, de la integridad física -pensemos en alguien que quedó lisiado-; la pérdida de la seguridad personal y bienes a causa del vandalismo, saqueos, buitrismo. La pérdida de la dignidad humana por el hecho de vivir en un lugar porfiadamente no preparado para estas catástrofes.
Hoy veo miseria y ayuda material que probablemente será transitoria porque en este país nos olvidamos de todo. Y en quince o veinte años más, cuando acontezca de nuevo, casi la totalidad de los chilenos se habrá olvidado de lo vulnerables que somos por vivir en esta larga y angosta “falla” de tierra, como leí en alguna parte.


1 comentario:

U.B dijo...

Qué bonito escribes.