16 de marzo de 2011

Día cualquiera

Hoy
a la hora de almuerzo
me comí dos completos.
Unas horas después
vi con un amigo Psicosis, de Alfred Hitchcock
en inglés y con subtítulos.
También comimos pan
con palta y un poco de carne molida.
Después me dolió la guata.
Y se hinchó también.
Incubé borborigmos, atizantes punzadas
y una incomodidad general
en el centro de mi cuerpo
que me tuvo cabizbajo, abrazado
a mis propios brazos
y con el rostro
deformado en una mueca
de angustia
o tristeza.


Homicida

Una mirada transparente y escrutadora
¿dulce?
disparó a quemarropa contra mi pecho
y me dejó tirado
en el cemento
mirando estrellas.


La gente
atestada en los andenes
la gente que hace filas
largas filas
en los supermercados
en los bancos
y en los paraderos
espera.
Unos esperan llegar a su destino
otros esperan que los atiendan
y todos, en general, esperan
la materialización de un propósito.
Pero yo no espero nada.
Estoy sentado en una silla un poco incómoda
frente a un escritorio de madera
frente a un computador inamigable
y frente a un celular cuya lista de llamadas recibidas
haría presumir una suerte de abandono.
Yo no espero ni siquiera
que alguien venga y me mire
y me diga de una vez por todas
lo que alguna vez esperé oir.