23 de julio de 2010

Hasta las entrañas

Que la sangre suba y tape las arterias infinitas
una gran ofrenda alzada irremediablemente al cielo
y a los suelos barridos por nuestros pensamientos.
Nada habrá que decir entonces
porque lo dado será únicamente una inmensa noche
y un enorme arabesco de constelaciones luminosas
metálicas
sonoras.
Porque en definitiva
seremos todos mudos
sordos

ciegos
y tú y yo mutilados hasta las entrañas
de las más intangibles ideas
De modo que ya no existirá
necesidad de decir ni definir:
las palabras se habrán quebrado
y la sangre se habrá diseminado
por el contorno definitivo de la vida.
Es así.
El aire y el sol que sorbemos
las canciones guardadas en la profundidad de los recuerdos
la ecuación indescifrable de las emociones
y todas las luces y todas las horas
todo grito y toda lágrima
habrán ya dejado de tener lugar
en los ojos de uno que están, digamos
cubiertos
por su propio invierno;
rodeados
de su propio infierno.