21 de mayo de 2012

Una palabra.
La letra de un crucigrama.
Parte de una de esas letras
o la mitad de otra.
Y la mentira de la realidad que me veo forzado a crear
va siendo progresivamente más inasimilable.
Después veo mis manos, mis dedos
mis uñas.
Están limpias.
Creo
que es el momento de reivindicar eso que se resiste a ser repetido
y que de algún modo me pertenece.
Pero en cada uno
de esos cuadraditos luminosos y sus habitantes
coexisten los mismos lugares 
y sus universos
sin chocarse
y sin querer mirarse: 
la ciudad
desaparece por un momento.

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