Una palabra.
La letra de un
crucigrama.
Parte de una de esas
letras
o la mitad de otra.
Y la mentira de la realidad que me veo forzado a crear
va siendo progresivamente más inasimilable.
Después veo mis manos,
mis dedos
mis uñas.
Están limpias.
Creo
que es el momento de reivindicar eso que se resiste a ser repetido
y que de algún modo me
pertenece.
Pero en cada uno
de esos cuadraditos luminosos y sus habitantes
coexisten los mismos lugares
y sus universos
sin chocarse
y sus universos
sin chocarse
y sin querer mirarse:
la ciudad
desaparece por un
momento.
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