17 de diciembre de 2009

No tenías por qué saberlo (microficción)

La última vez que te llamé el tono de marcado aceleró: habías cortado. Guardé el celular y me rendí a la idea de que no llegarías, sustentada porque hace una hora dijiste llego en diez minutos. Te beneficié con la duda: ibas a contestar pero chocaste, se te cayó el teléfono y se despedazó, o te asaltaron y robaron el polerón que te presté y me ibas a devolver, celular incluído en sus bolsillos. Me quedé donde te esperaba, Plaza Sotomayor, llanura de baldosas con caca de gaviota, donde vehículos y gente circulan entre sí por delimitaciones inexistentes, como el trole que sin verlo me embistió e impidió que contestara mi celular: un segundo antes sonó y apareció tu nombre en la pantalla.

6 comentarios:

Jaime Antonio dijo...

Ahora me gusta, está más fluido, hay que arreglarle algunas cosas formales como puntuación y tildes locos por ahí, pero me gusta! vi la situación mientras la leía y esa es la idea, formar una imagen!

Hablamos!

(K)

Ismael U. V dijo...

Acabo de descubrir tu blog, y me gusto, al respecto de esas cosas, bueno, uno decide hasta cuando esperar supongo.
Saludos.

Lorena Zúñiga dijo...

Me encantan esos finales.

Paz · dijo...

hola!!!

saludos.

Paz · dijo...

nadie especial.. sólo alguien que llegó a este blog por mera casualidad.. leyó y le gustó.


más saludos!!!

Paz · dijo...

gracias gracias..

ahí te lees ! jaja